martes, 9 de junio de 2009

Un candado que no sella nada

Y otro, otro, otro perrito piloto. No queda más remedio que ampliar la velocidad de un sueño donde siempre sales perdiendo. Estás tan desgastado como una tubería que pierde agua y sales minerales. Las luces, por lo menos, ponen una sonrisa en la gente. Si no te he preguntado, ¿por qué hablas? El escultor del museo de cera debería suicidarse, esas figuras nunca se parecen a los personajes verdaderos. Ojalá tengas la fuerza de voluntad para olvidar lo que eres. Me molesta que no sepas tocar un cuerpo. Hablar de ti es como practicar deporte, pero, no te preocupes, nunca serás una prioridad, sólo un divertimento. No te asustes por mis lágrimas, mis palabras te preocuparán más. Todos los idiotas se sientan juntos. Te lo juro, no te he mentido nunca, excepto en las pequeñas cosas. Es tan injusto que conviertas mi corazón en un cenicero. Lo que está claro es que todos tenemos un corazón corrompido por el pensamiento.