martes, 29 de diciembre de 2009

Una batalla honorable (si eso es posible)

Todo lo que oye, flota.

Mientras que lo que escucha, se asienta en la tierra.

En cualquier momento, se puede echar a llorar.

Todo depende de una llamada telefónica. No le importa hablar del clima de su ciudad, por el simple hecho, de que, su única pretensión, es poder escuchar su voz, aunque no diga nada importante.

No sabe soportar el silencio, pero sí los golpes.