viernes, 22 de enero de 2010

Mientras tanto...

Todos los sueños se quedan a mitad de camino. Y, encima, suena una música que no quiero escuchar. Las caras no se iluminan y eso que hay millones de luces sobre nuestras cabezas. El truco está en hablar mucho para no decir nada. ¿La belleza es tan degradante para el ser humano como la comida lo es para una anoréxica? Tengo que aguantar tus besos infames. Parece ser que para evitar el dolor, la mejor solución es vivir como todos los demás; sin pensar.